Miguel Benasayag en Pasaron Cosas (Radio Con Vos)

jacobinlat.com: Juguemos a la cinefilia, mientras el pueblo no está

 



Siguiendo el estudio de iconografía política de Wolfgang Kemp, la monumental pintura inacabada de Jacques-Louis David El juramento del juego de pelota (1790-1794), consagrada a inmortalizar uno de los momentos claves de la Revolución Francesa, marca el punto de irrupción del pueblo como sujeto político (y no como mero espectador, decorado o partícipe de una liturgia pública) en la historia de la pintura occidental, asunto que no cesó de expandirse durante los siglos XIX y XX. Más cerca de nuestro presente, en El pueblo en disputa. Debates estético-políticos desde Glauber Rocha, Raúl Ruiz y Luis Ospina (Prometeo, 2024), Iván Pinto Veas realiza un esfuerzo teórico y analítico de problematización del reiterado vínculo entre cine y política, situándose en las polémicas de la escena de los años sesenta y setenta del así llamado Nuevo Cine Latinoamericano y algunas zonas artísticas aledañas, pero desde un ángulo formal e ideológico a contramano de las coordenadas figurativas y narrativas más convencionales del cine de denuncia, el cine militante o el cine de propaganda inserto en una lógica de poder institucional. La cuestión fundamental que conduce la investigación es la pregunta por el estatuto de la noción de «pueblo» y su realidad histórica como problema estético-político, a la luz del panorama actual del pensamiento. Si la segunda mitad del siglo XX pone en crisis las categorías del «lenguaje» político moderno, otro tanto sucede en el cine con las formas de presencia o aparición del pueblo. La apuesta de Pinto consiste, precisamente, en abordar dicha mutación tanto en el plano de la historia política e intelectual como en el de las formas del arte, en un intento por desestabilizar los hábitos sedimentados de la mirada y cuestionar la gramática audiovisual dominante del «pueblo» como objeto de figuración cinematográfica. Esta tarea se despliega, en buena medida, a partir del examen minucioso de tres estéticas excéntricas y la revisión crítica de las derivas políticas extendidas del cine durante esas décadas turbulentas, pero se prolonga también, más allá del cine, hacia las imágenes en general a nivel multimedial, en tiempos de eclosión y extensión de tecnologías digitales y ubicuidad de las pantallas como prótesis humanas. 






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